Miles de veces mi mente volaba hacía lugares indispensables
cada vez que mis ojos se detenían a mirarte.
Podía hasta crearme sensaciones de tus manos sobre mi piel
podía hasta inventarme el sabor de tus besos explorando mi boca.
Solía mirarte de lejos e imaginarme cómo sería poder tocar ese cuerpo
cuales serían las sensaciones que tu piel podían despertar en la mía.
Me pasaba noches imaginándote sudado encima de mí,
mientras tus manos conocían cada espacio de mi,
y tu respiración se mezclaba con la mía.
Te había imaginado así muchas veces,
respirando mi cuello hasta llegar a mi boca
y dejarme con el deseo de besar tus labios,
mientras pasabas por alto lo agitado en mi respiración
y mordías mi carne haciéndome escapar un gemido de placer
el cual devolvías con una carcajada triunfante.
Te había imaginado así demasiadas noches,
que tus manos me recorrieran en forma lenta y precisa
mientras mi piel reaccionaba ante tan tortuosas y calientes caricias
para sin pedir permiso entrar en mí y hacerme volar hasta el cielo.
Te había imaginado así cada vez que me envolvías entre tus insinuaciones directas
en esas innumerables veces que te acercabas a mí
provocando descargas eléctricas que viajaban por todo mi cuerpo
intensificandoce en tu lugar favorito.
Había imaginado tus manos jalando mi cabellos,
mientras te hundías en mí y te deleitabas con mis expresiones faciales
cuando podía sentir como nuestras partes intimas se acoplaban
cual pieza de rompecabezas.
Había imaginado el sonido de tu respiración agitada,
y tus gemidos mezclándose con los míos
mientras tu mirada penetraba lo más hondo de mi ser
incendiando cada centímetro de mi piel.
Me había imaginado lo que sería sentirte dentro de mí
lo que serían tus manos acariciándome la piel,
lo que serían tus besos mojándome
lo que serías todo tú en mi cama extasiándome.