Sucumbiendo en la avidez
de hidratar mis labios
sediento del cálido sudor
que brota de tu dulce piel,
humedad que subordina mis besos
al apetito insaciable de cobijar en la miel
que sitúa a mi boca
en la desesperada y loca
ambición de embriagarme de placer
catando el inigualable sabor
que germina en la venerable intimidad
y agoniza en el exigente paladar
que garantiza...
¡¡tus ganas saben al mejor de los vinos!!