La indescifrable noche me depara
el sigilo de tus manos de carne
que el tiempo no ha borrado. Sólo
las manos. La blancura
y el resplandor exacto de tu carne.
Agua turbia la noche que me anubla.
Pero tus manos son la luz sin sombra.
Sé que esta visión imaginaria,
que nunca vi con ojos corporales,
es tu cuerpo acercándose a mi cuerpo
y es toda la verdad inteligible.
Tu cuerpo es la metáfora del libro
y el libro vivo, en el que leo, tu cuerpo.