Amo a aquella niña de mis ojos,
esa bella niña cuyos ojos brillan cual lucero celeste.
Amo a aquella niña, mi musa,
ese ángel de Dios que cuando habla, todo se vuelve bello.
La amo porque me ha mirado con sus
ojos que iluminan la oscuridad de la noche.
La amo porque el dulce aroma de su pelo
y el acariciar de sus manos de seda, me han hechizado.
La amo porque al verla a los ojos,
me pierdo en ellos, donde habita su alma pura.
La amo porque cuando me ama,
me dan ganas de volar con ella hasta la eternidad.
La amo tanto que ya no sé nada más,
tengo mucho corazón, que lo lleno con su alegría y su amor.
La amo... me he enamorado de ella,
desde sus cabellos hasta la punta de sus pies... La amo.
©Antonio Quesada Espinoza. Todos los derechos reservados.