En la fértil blancura de su llano
cada letra anhelaba ser semilla.
Yo por esos designios del arcano
las sembraba soñando con su trilla.
Sus páginas con ansias del verano
aquel, donde la vida era sencilla
cobija con ternura de un hermano
algunas travesuras de chiquilla.
Esa niña que fui en mi amanecer
se asoma a los renglones del ayer
y pinta a mi vejez una sonrisa.
Devuélveme al pasado el con sus versos
Y tal vez, por algunos ser perversos
de aquel sueño de amor, su suave brisa