Tu cama, sin costas, océano sin fin;
con olas crecidas invadiendo tus pechos,
en noche nubosa, agitadas en mí;
náufrago aturdido, salvado en tu lecho.
Tu almohada de algas, anclada en suspiros,
allí tus cabellos ondeados de estelas;
huracanes de fuego sin darnos respiro,
la barca surcando, izadas sus velas.
Tu sábana abordada, mezclada al remanso;
alumbrada mañana en ancha playa de sol,
singladura cumplida, tu vientre en descanso,
despertamos en redes, ahogados de amor.
A bogar volveremos, otra noche, otra vez,
embarcados sin rumbo, con vientos bravíos,
a explorar verdes mares, con proa al edén,
recalando en tu cama, fondeado en tus bríos.
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