“No ha sido ni es un amor cualquiera,/ es un sentir que deja huella infinita,/ se hizo grande de tal manera/ que hasta Dios mismo lo grita”.
Me supo a gloria infinita tu beso,
a viaje a un cielo sin un regreso,
a calor que sólo en ti encuentro.
Me supo a noche cómplice y bella,
a verso guardado en una estrella,
a pasión que me quema por dentro.
Me supo a boca divina… ¡tu boca!,
a tentación que desearte provoca,
a caricia que hasta mi alma siente.
Me supo a lujuria que me invadió,
a sueño donde también te amé yo,
a desnudez que no sale de mi mente.
Me supo este amor a un divino deseo,
a pechos maravillosos que ante mí veo,
a ojos que aún me suplican que te bese.
Me supo a luna que bella nos acompaña,
al sol que envidia tu brillo y te extraña,
al árbol que con nuestros nombres crece.
Me supo este amor a mar que es bravío,
a algo que es muy tuyo… ¡es muy mío!,
a la eternidad que se lleva en el alma.
Me supo a huracán que sopla incesante,
a río imparable que avanza desafiante,
a tormenta llena de besos sin calma.
Me supo este amor a gran aventura,
a intimidad nada cuerda. ¡A locura!,
al sentir que dentro de mí tiene cupo.
A verdad inmensa que debía ser gritada,
a un “te amo”, a historia no terminada,
a secreto que nadie sabe y nadie supo.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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