LUIS ADONAY VENEGAS LEYTON

Una huella solo con memoria

Una huella solo con memoria

 

 La mirada salta clandestina los tranqueros de los cercos,

siguiendo una huella solo con memoria

pues camino casi no queda

- se está olvidando entre la hierba

que ha crecido en libertad

haciéndose dueña de camino, patios y senderos

olvidando el tiempo aquel en que al final

llegaba hasta las pequeñas casas

de labradas tablas, disparejas,

con algunos vidrios trizados por  ventanas

y tejas rojo viejo por pesado techo..

Ahí se consolidó el amor humano de macho y hembra

que parieron hijos, niños que llenaron de llantos,

risas y canciones esos años largos

llenos de inviernos, primaveras,

veranos y otoños plomizos

colmados de esperanzas que ya se fueron

persiguiendo la vida,

transitando el tiempo...

 

Hoy, pasando lento por esos lugares

solo se escucha en forma intermitente

el transitar del viento vigilante

que busca entre en los rincones del campo

encontrar las carreras y juegos de los niños

que ahí nacieron y ya no están

se fueron lejos buscando

más allá del horizonte de los cerros

encontrar e introducir en sus vidas

sus esperanzas cumplidas y soñadas

mientras eran niños en vuelos de tarde

junto a sus viejos que tampoco están

y ya partieron en busca de otras tierras

o de sus cielos ofertados

en los que ellos creyeron...

 

Tejas, tablas y ventanas rotas

llenas de polvo y colmadas de pena

hincadas frente al cerro

marcan el final del sendero

como testigos de la existencia

de un camino que ya  no existe

y algún día fue el jardín de personas

que hicieron su vida y dejaron huella

cuyas imágenes flotan, recorren y  vuelven

ante el paso de algún visitante

que transita por el camino grande

y se apega al recuerdo de ellos

los habitantes de antes y que ahora son

solo un recuerdo...