Tus ojos me dijeron lo contrario.
Me dejé llevar por la magia del
momento.
¿Quieres que vayamos a otro
sitio?, me preguntaste.
La respuesta se ahogó en el camino.
Quise solo de ti la envoltura de tu
encanto, ser barquito de papel ante
el impulso de tu sonrisa.
Invoqué a lo más recóndito de mí para
no morir en el intento.
Me sumergí en una mentira hasta naufragar
en la última orilla.
Te besé sin saberlo...
Te quise en una urna de cristal. Te fuiste sin ti...
Tu perfume se me hizo sangre, lágrima de pino.