Ávido del sentimiento
como un colibrí inerte
que succiona tu néctar fugaz
y abre mi piel en tu roce
al elevar erguida mi sangre
en el escalofrío verdadero
que mi surtidor exalta.
No conocí nunca tu belleza
si estuve preso de alguien
ignorando libertad al deseo
como lámpara que bosteza
en pálida fuerza que deserta
y vive por tu sola presencia.
Será la soledad de mi guarida
que acoge mi asesina rutina.
Y es así que busco el ala fugitiva
si me llevara a tu propia nube
si ignorara la amistad que negué
y la cambie por un solo placer
sin alentar a turbios rumores
que si más a ti me acercan.
Enrique Tamayo Borrás
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