El ahora occiso respira en mi mundo,
Aparece en el por algún segundo,
Algunas veces me ama,
Otras más me olvida,
Pero sigue conservando la promesa de “algún día”.
El ahora occiso pasa por mi mente,
Viaja a mi lado y me desea suerte,
Debo aceptar que no le puedo ver,
Que lo extraño en las mañanas,
Que lo extraño en el café.
El ahora occiso, ya se marcho,
Más sin embargo se funde en mi piel
Como tibia cera una y otra vez,
Extraño su voz, su cara, su piel,
Sus tiernas caricias que ya no tendré.