Escondido silencio
de impávido invierno,
cala el frío, sopla el viento
y en sus campos dormita
la marmota y el sarmiento,
y en el árbol... silencio
y el lirón durmiendo.
Por la vereda me acerco
a éste, mi humilde pueblo,
calado de frío, silva el viento,
y como el viejo que duerme
avivo el fuego de mis sueños,
en los troncos que mueren
por ascuas ardiendo.
No es de frío...
que muera el silencio
bajo el témpano del alba,
es de piel de ceniza su frente
del trabajo y de la infancia
del surco y de la azada.
Humilde silencio
en sus viejos inviernos,
ventisquero en las sienes
clarividencia de nieves.
Y a la luz de la lumbre
… le escucho cantar:
¡Volverán ``golondrinas´´
que lejos están!
¡Qué el silencio despierte!
¡Qué el lobo, marche!
y afane el zorro su duda,
¡Qué el viento, la lleve!
y en el grito que emerge
… brote verde el olivo
y vuelva verde la nieve.
Enrique Tamayo Borrás
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