Destellos de la mano que acaricia
la ruda suavidad de lo imposible.
Por tener en su palma lo indecible
ha derrotado a la altivez marchita.
Por sus venas la humanidad transita,
y clama del dolor lo insostenible.
Hurgando por su piel lo incomprensible,
va cincelando un corazón de arcilla.
Tocando la pureza ha saboreado
espinas de caminos invisibles
con cielos de matices renovados.
Por el poder de todo lo logrado
quisiera hoy de forma inconmovible
eternizar la hechura de mi mano.
LEONARDO HENRRICY SANTIAGO