Pésame
en ese grado de ingravidez
que me otorgan tus besos,
en la mirada a nácar de tus ojos.
Me sostienen levemente tus sueños,
mídeme a lo largo de mis palabras y textos,
acaricia cada tilde,
lámeme cada coma,
muérdeme en los puntos suspensivos
y acuéstate en los finales,
conviérteme en tu sujeto
que yo seré tu predicado.