A veces creí estar vivo.
Sin tu pupila contorsionando mi forma,
Sin tu palabra horneando mi lecho y acostando mi pan,
Sin que tus manos titubeasen al querer besarme,
Sin que tus labios temblaran (¿existía sin vos
El calendario?), pariendo tu lágrima que bautiza
Mi sonrojeo. A veces
Creía estar vivo. ¡Fe de erratas!
Aquel aritmético cam(b)i(n)o,
Jardines y plazoletas de tu cuello hecho morero,
Mis muslos hechos bancos o estatuas,
Nuestros brazos siempre puentes,
Nuestras bilis siempre río (aunque llore,
Siempre río). Un pueblo-
O d(i)os- erguido en nuestras pelvis cefálicas,
Centrípetos empedrados que nos hacen,
Como si fuera Roma, siempre besar el otro pecho.
No todo es ajedrez, aunque haya muerte.
No todo es
Intercalarnos, insuflarnos, desinflarnos.
Todos agonizamos un poco cuando
El (re/es)fuerzo es variable,
¿Qué extremaunción sem(a/i)nal
Pedirás a mi ausencia, santo
In(c)o(ns)c(i)ente que me has hecho nacer
Con -casi- medianoches para quebr/
A(n)tarme como a un papelito que
Se vuela?
Caliéntame con tus deduciones, Jaque($),
Que el mate se nos infiere.
Me extrañas de una forma u otra:
Como afectado, como desco(noc/s)iéndome
De tu camisa parchada a sangre.
No temas, coagularé lo justo y (también)
Lo necesario. En el vítreo cristal
Que se astilla ante tus facciones,
Ju(r/g)aré que tú vives y yo un poco
Más, cuando me dudas.
Si el árbol se pudre, el uni+verso
Calla. Pero no hay soledades en el (alf)abeto,
Seamos o no los últimos,
Hallemos o perdamos a esos primeros que no fuimos.
Aunque las (gu/ti)erras nos acordonen
A dist(i/a)nt(e/o)s cánceres.
En mi derrumbe, tus plumas;
En mi sangre, tu nombre.
Exísteme, te imploro,
Y estos roedores tendrán qué creer.