¡Ay, alma mía!
Te confieso hoy,
porque quizás no hay mañana,
porque ya hubo un ayer
y de lo único que gozo es del eterno ahora:
Que no hay un cielo
ni un infierno,
Que no hay paraíso
y otra vida no habrá,
porque mi alma con mi cuerpo morirá.
¡Ay, alma mía!
El engrane del devenir
marchita flores y germina pastizales,
es el metabolismo de las estaciones,
maneja los hilos de toda criatura mortal
pero siempre está, con su filo letal.
No hay tiempo que se nos escape,
pues al contrario, el tiempo nuestro no es,
somos prisioneros de su espacio,
él nos mide nuestro céfiro aliento,
pues se encuentra entre todos los vientos.