Campos cataláunicos o el ocaso
de un destino imperial sin sombras.
Hidacio, testigo de la historia,
redimió la misiva de Aecio:
\"Y era tu dulce sonrisa el cielo
o un disco rojo en el firmamento.
Y tus castaños cabellos al viento,
en un contorno de azul esperanza.
\"Y tus ojos verdes premonitorios,
luceros de un navío naufragado,
mar embravecido de tristeza.
La muerte escandalosa asecha\".