Abismos donde golpean las garras del amor y del odio,
grito hondo que crece desde su máscara
sostenida por los brazos del cielo y el infierno,
monumento de eterno barro, silueta de los hombres,
partícula de Dios,
cuando su grito encienda la palabra
ningún infinito podrá vencer su postergada memoria,
resucitara para decapitar sus cadenas
y su tiempo será ese fragmento que dejara deshabitado
será eterno
siempre la mirada para mirarse
dejara de pertenecer a la noche
y la aurora se inclinara a su paso,
dador del sentido de los infinitos mundos
alzara su anhelo hasta rebosar en sed a los océanos.
Miro su pensamiento y se deleito en lo que había creado,
su creación fue rehilete celestial e infernal al mismo tiempo
mientras Dios lo contemplaba vistiéndolo con su mirada.