Mientras miraba el Pacífico,
la mayor sorpresa para mi,
fue ver el vuelo de un colibrí,
como un milagro casuístico.
No fue la estatua de la Libertad,
ni tampoco la Gran Manzana,
lo que me iluminó la mañana,
fue su invisible levedad.
De la paleta del pintor
no pueden salir tales colores,
prodígio de la naturaleza.
Tan increíble belleza,
no tienen los pájaros cantores,
ni es perfecto el Sumo Hacedor.