¿Qué extraño pesar arrastra el viento
que eviscera los días a su paso?
¿Qué noche no se desangra ante la incertidumbre?
¿Qué innominada inquietud parece retenernos?
Hay promesas a media voz que nunca fueron
sino sueños hundiéndose bajo sus cimientos,
tanta pasión envenenada vestida con la desnudez
de la pulcra luz de la inocencia.
Mujeres y hombres amándosee con sus bocas tristes,
con sus ojos bañados de silencio,
con sus cuerpos como puntos cardinales,
dejándose el resuello como póstumo deseo.
Un coro de embriagados cadáveres
repite como un mantra las exequias.
¿Qué fuego avivará las cenizas de la ausencia?
¿Qué callado dolor oscurecerá las palabras?
Nada habrá de permanecer.
Las calles acabarán por llevarse
las últimas aguas de las lluvias.
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