Ringo Stax

TARDE DE DOMINGO

La tarde del domingo languice en su relato.

Su luz acrisola todas las luces

allí donde el horizonte

quiebra su vuelo de alquímica quimera,

discurren en silencio sus aguas

bajo puentes llegados del pasado,

y cruza su mirada con el vuelo

de pájaros que arrastran tras de sí

las últimas plegarias del estío.

 

La tarde se adormece

en un sueño de arenas de pizarra,

como noches que nacieran arropadas

al soplo que anima el deambular de los astros,

y permite que el tiempo tome la palabra

en su transcurrir sin nudo que lo ate.

 

Apagado el viento en su vocablo,

la memoria remueve las cenizas,

y un humo de melancolía asciende

al alumbre de zánganos de estrellas.

 

Se muere la tarde y, en su agonía,

aún pude sentirse su latido

que en andas lleva mi corazón contra su pecho.

 

 

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