¡Oh ángel... de un Edén,
angosto y tenue... !;
Desconoced...
que como flor de impuro loto,
os merecéis apenas beso
la caricia demudada...
por la brisa
en que se anuda,
curad la herida
que me invoca...
definiendo en sus absurdos,
la rapsodia que se excita
en su infame
e indescriptible...
soledad desubicada,
entre lirios
desgastados...
y lacerados por su beso,
en el alud
inocuo y breve...
del otoño
en que se mira.