Cuan agradecido estoy de la vida
por haberme regalado tu presencia,
de haberte disfrutado toda mi adolescencia;
a Dios le doy gracias por haberme concedido
que llegaras tan temprano a mi vida,
haz dejado en ella una huella indeleble
me diste tu ternura, tus años de moza,
trajiste calidez a mi existencia,
recuerdos tan hermosos a mi vida regalaste,
los más suaves arrullos, los días de tu compañía,
las tardes juntos en el balcón, mi primera mariposa,
todo me lo entregaste y yo también me entregué.
Llegaste a mi lado, sin nosotros así quererlo,
más sé que Dios así lo quiso,
en un lugar inesperado,
te mire, me miraste hasta formar parte de mi vida,
pues ni aún las parcas lograron de mi apartarte
pues tú eres la perla preciosa
que en mi corazón y en mi alma reposa.