Ringo Stax

TRÍPTICO

Abre el corazón su sepulcro,

atávico refugio de sumarios duelos,

y en su luto no hay devoción

siendo reo de muchas cadenas,

luminosas heridas lo drenan

aventando el dolor que deja la ausencia.

 

 

Donde la tierra parece varada

siempre bajo el mismo cielo,

donde las horas abonan el diezmo

en minutos de arena,

donde el viento se vuelve solemne silencio,

donde el aura de la noche se eleva,

nómadas somos del tiempo

y, entregados a su vagar, prisioneros.

 

 

Cuando tus ojos me encontraron,

se abrieron los míos,

y sentí que el corazón,

como pájaro herido en vuelo ciego,

se me rompía en las costuras,

y busqué, entonces, en mi recién

amanecido pecho el pulso

que a mis venas se negaba,

hallando en él ese redoble

que se me hizo tu latido.

Quizá la felicidad nunca tuvo

más nombre que apellido.

 

 

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