Acaríciame en el silencio de tu mirada.
Desnúdame con tu presencia.
Que el calor de tu cuerpo me fortalezca.
Ámame en lecho tibio de tu pecho.
Tus ojos sean los mares encantados donde navegue eternamente.
Tu mano se convierta en sostén y apoyo en mi caminar.
Tus besos sean el alimento que renueve mis fuerzas.
Tu voz la que me levante de las caídas y me devuelva la esperanza.
Tu presencia sea cobijo en mis noches oscuras y días de tormenta.
Tu recuerdo sea el bálsamo que cure mi soledad y alimente mis sueños.
Que tus brazos sean las alas que me lleven a lo más alto de mis anhelos.
Tu sonrisa bendición y ternura que desintegre cualquier tristeza.
No quiero que tus huellas me precedan, mostrándome la vía. No las quiero detrás, siguiéndome. Las quiero a mi lado, apoyándonos mientras construimos, paso a paso, nuestra historia.
Tampoco quiero que seas mi complemento, sino mi enriquecimiento en este peregrinar. Mirar juntos hacia el mismo horizonte.
Renuevo ahora y siempre el amor que por ti siento. Eres el gran don que me ha dado la vida y por ello, no me alcanzará la misma para agradecerlo.