Cuanto odio existe en dos miradas que antes expresaban amor, todo por un error que en el tiempo había quedado marcado, que no se borraba ni con otros amores, ni con la dulce melodía de una canción, que cantaban pajarillos que parecían tenores y eran acompañados por la luz del sol, que en vez de alumbrar cegaba y no permitía ver la realidad de aquellas personas que se miraban con odio, eran cada uno su otra mitad.