Quisiera ser un cantante,
entrelazando unas notas y unas sílabas,
componiendo
una alegre canción con unas palabras tristes.
Quisiera cantar
como cualquier otro poeta olvidado
en la papelera de un despacho
o en la acera de un bar.
Quisiera buscar,
conocer a alguien en algún lugar
a quien dedicar mi canción,
este fuego que abrasa sin quemar.
Quisiera encontrar,
pisando la tierra estéril y abrupta,
el cemento y el asfalto,
encontrar con seis cuerdas en mi mano
la mujer consuelo.
Quisiera ascender
como trigo en la húmeda primavera
y descender
como rayo en la tormenta de la vida
y de la muerte.
Quisiera hundirme
en el farragoso fango de una humilde laringe
y gritar…,
hasta romper el firmamento
gritar con voz profunda y airada.
Quisiera escribir
una lápida a todos los que han escrito
y buscar por la vida
a otros muchos que no podrán escribir.
Quisiera que la lluvia del verano
cayera sucia
y purificara nuestras atormentadas almas,
nuestro espanto.
Quisiera no querer tanto
pero de ilusiones se vive
y, por ello,
ilusión toda es mi canto.