La tarde se acerca a las persianas,
recorre lágrimas inagotables
por donde no ha de volver,
se detendrían en las ventanas pero ya nublaba,
cerraría los ojos para eclipsar lo que le partía
pero la noche se paseaba esperando los insomnios
hasta cazar las sombras que crearon su personaje,
la fragilidad de su alma tiembla entre raíces de lumbre y viento
cuando su corazón se corroía intentando sujetarse,
en los corredores danza el latido encorvado de sus días
mientras dolientes cirios tejen el fuego que anuncia su muerte
invoco su dolor sabiéndose dueño de lo irremediable
hasta desangrar en llanto sobre su mal sin nombre,
le encerraron en capullos hasta asfixiárlo,
engañado por mariposas oscurecidas que llegaron con la noche,
cuando abrió los ojos miro todos los cristales rotos
entonces supo que ya era demasiado tarde.