Ya hablé
del olor y del dolor de la lluvia
de la esperanza, del amor.
Ya hablé de los días grises
hablé de las ganas de morirse,
ya hablé
del café y de desconocidos
de lo sensible y lo frágil,
hablé de las abejas y de las hormigas
hablé de los pájaros y las cartas viejas.
Ya hablé del desgano
del desamor
del dolor de estómago y de la simpleza,
de animales que se fueron
y de amigos que eran.
Ya hablé tanto
de despedidas
de la oscuridad, del miedo
de un árbol que se muere
de la sonrisa y la injusticia
de las imágenes de los espejos
que ahora estoy
cansada
de tanto hablar
de penas viejas y soledades impregnadas
de hablar del cansancio y del vacío
de teorizar y desteorizar lo lindo
lo simple, lo cariñoso
estoy profundamente cansada
y todo me aprieta tanto la cabeza
que sólo un abrazo
en el que abandonarme
esta noche
podría salvarme.