Frente a la luna cae el hombre arrodillado
perdido, desconsolado por el amor
la mujer que amó por tantos siglos lo abandonó,
los caballos relincharon por aquel gran dolor.
Triste el rostro de mármol esculpido en el hombre,
la mujer en el rezago del sexo de otro nombre,
está ahí ahora ella, disfrutando el cielo estrellado,
alcanzando orgasmos que siempre había deseado.
En el camino del hombre desflorecen los amores,
las finas estrellas se esfuman por las desilusiones,
avanza en la vera del suicidio tranquilo sin latidos,
aquel caballero caerá en la noche por mil motivos.
La mujer y el nuevo nombre viajan en el infinito
son ahora un nuevo universo eterno, nuevo
ahí entre los dos nacen planetas y lunas,
las lluvias de orgasmos humedecen sus galaxias,
tranquilos respiran sin pensar en terceros,
a pesar de en el pretérito haber sentido lo mismo
en brazos de alguien nuevo que ahora es desconocido.
Que hombre tan fuerte el que observa y no siente,
pero este no es el caso,
nuestro hombre ahora muere ahogado,
en el mar de los hombres no amados,
tragando sal de lágrimas,
respirando agua desalmada,
tristezas sin ultimas llamadas,
ahí va muriendo él hombre en el recuerdo,
mientras su mujer revive en el orgasmo más largo
feliz, sonriendo.