Va con su alma apretada
arrastrando sus tremantes venas
sin encontrar bálsamos sin penas
para la dolorosa hora pasada.
Escapándole a la espalda de la vida
desea quebrantar, ese su fatal destino
y anular el llanto ciego del camino
haciendo agonizar tanta pena adquirida.
Para que el río serpenteante fluya tibio
acariciando sus grises piedras agoreras
con las aguas cristalinas de otras eras
para suavizar los arañazos dando alivio.