Entre lienzos de angustia
allí te esperé.
La niebla se interponía,
el frío laceraba el alma y
un silencio profundo
envolvía al tiempo.
Con el rostro entre
mis manos,
pensaba en la complejidad
de los hombres con
sus intenciones ocultas.
El invierno no era bueno
para olvidar.
Una melodía,
embrujada y calmada,
me llegaba desde el mar.
Sentí sueños volando
como pájaros sin rumbo
y atacados por las
lluvias furiosas.
En el espacio vacío
buscaba el sendero de la
luz y de los atardeceres perdidos.
Pero por entre las ramas
deshojadas de un árbol antiguo,
solo vi al horizonte lejano, callado
y terriblemente nostálgico.