DEJÉ DE VIVIR
Dejé de viajar, de correr y correr, tras un lugar
Dejé de alucinar, de la imaginación, historias sin parar
Dejé de caminar, buscando alivio de mis males, poder terminar
Dejé de delirar, pensando en lo loco de mis ideas, algún día, quisiera abandonar
Dejé de escribir, de mis poemas y versos, el dolor de seguir
Dejé de anotar, de mis sueños, la inspiración logró agotar
Copiar párrafos que el aire arrebató, de mis escritos enarboló
Dejé de versear, de cuentos sin melodía, que nadie escucho, ni oyó
Dejé de votar, por cualquier malnacido, que siempre me dejé engañar
Dejé de elegir, de trampas está hecha la libertad de nombrar
Dejé de creer, en el sueño de aquel risueño, deseado y escuchado
El vaivén del pensamiento, de urnas encendidas, maléficas sobornado
Dejé de dormir, dejé de despertar, dejé de soñar despierto
Dejé de imaginar fantasías, en las noches cálidas y frías
Dejé de soñar y añorar caricias falsas, que arrebataban las mías
Dejé de dormir, para no despertar espejismos, que por ti, algún día morirías
Dejé de volar, borrando el recuerdo que la imaginación olvida
Dejé de huir y escaparme de tus lágrimas de despedida desconocida
Desaparecí sin ruidos que delaten la ausencia de mi alma sorprendida
Dejé de volar, sin decir adiós al amor del olvido, de la existencia ida
Dejé de salir, sin llanto ni alegría de mi encanto
Dejé de zarpar, sin levantar anclas, del puerto oxidado que me levanto
Sin partir, amanece el horizonte, el ocaso de tu figura, su santo
Dejé de surgir, sin importar las tristezas de mis penas, sublimes de mis llantos
Dejé de vivir, momentos, detalles pequeños, de ensueños que volarían
De mis poesías, que el viento arrebató, de mis penurias y cobardías
Dejé de vivir, mentiras de engaños, de mis penas, que siempre perdía
Dejé de vivir, lo que más quería, de habladurías de mi melancolía
Que acechaban las calenturas, de las noches lluviosas y frías
Yo, que siempre sonreía, jugaba y jamás perdía
Sin saber que fumar y beber, de probar y joder, algún día pararía
Que a la postre me llevaría y en un funeral sin flores
En una tumba fría y lóbrega, allí mis huesos, alguien depositaria
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla
Bucaramanga sep. 14- 2016