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**-El Acervo del Halcon-Cuento Corto-**

En el oriente, tan lejano como remoto existe un bosque llamado el Oruvu. En el bosque que se encuentra en el oriente lejano, se dice que existen muchas aves rapaz. En Oruvu, se encuentra la familia de los halcones llamada los Oruves en Oruvu. Era una especie de halcones que cruzan la vereda entre la montaña Onunu y el valle Onoro. El halcón de mayor edad se llama “El Navegante de Oruvu”. Él, en la máxima ciencia, decide cosechar las tradiciones de un halcón inteligente para su cría que esta por crecer. Se dice que se siente cansado y débil de volar, de acechar a sus presas y traerlas para alimento de sus crías, como lo hacen todos. El halcón, “el navegante de Oruvu”. Se dispone a salir de su cueva “la cueva de Orufu”. Se dice que un depredador más grande que el halcón lo arrastró por el bosque hasta poder herir sus alas. Socavó tanto en el bosque por un lugar tan desconocido, que no logró regresar más a su cueva “la cueva de Orufu”. Orufu, quedó desolada y triste por la ausencia del halcón “el navegante de Oruvu”. Sus crías emprendieron el vuelo y comenzaron a cazar sus presas sin el acervo del halcón. “El navegante de Oruvu”, sólo quería dejar como legado sus tradiciones y costumbres de halcón viejo para que un día fuera el halcón más recordado por toda la familia de los Oruves, como él deseaba que quedara impreso el nombre de el “el navegante de Oruvu”. Cuando por fin, él, decide poner en práctica el acervo del halcón, fue muy tarde para sus crías pero, para él fue muy interesante sobrevivir de ese misterioso bosque llamado el Oruvu. Secó sus alas con su propia saliva y curó aquello que era una herida tan profunda pero, no eterna para un halcón de su envergadura. El halcón alzó el vuelo, pero, aún no podía pertenecer al viento. Esperó y esperó y sucumbió en un trance psicológico. Pensó, ¿cómo he de salir de este bosque si nadie sobrevive a una caída tan alta y mucho menos a un depredador si lo estaba vigilando desde arriba, desde la montaña más alta Onunu?. Invoca a su poder de halcón, hace un gesto de rabia y tan inconsciente que entró en pánico y psicosis nocturna. Se guarece entre arbustos y puede calentar sus alas del frío invernal que arropa al bosque Oruvu. El acervo del halcón aclama por sobrevivir, por alimentarse y hasta poder salir de esa profunda caída. Intenta volar y algo detiene su vuelo. Era un aǵuila, el águila es un ave rapaz de volar pero no tan fuerte como “el navegante de Oruvu”. Se hicieron amigos y compartieron la cueva, donde se guarecen por temor a ser devorados por el depredador mayor que los vigila desde la montaña Onunu. Mentalmente, se diferencia un poco la inteligencia. Cada uno es capaz de volar a alturas grandes e inmensas como lo son esas montañas. El “navegante de Oruvu”  decide enfrascarse con el depredador que peleó hasta que quedó varado entre la cueva y los arbustos de esa montaña Onunu. Yá, esta veloz velozmente el halcón “el navegante de Oruvu” sale de la cueva con el águila, los dos que fueron arrojados al fondo de la montaña por ese depredador, deciden volar alto y pelear su libertad, su territorio y su alimento que sería el entonces el depredador. Y, zás, salen de la guarida, y se oponen uno contra uno, como un triángulo recto, y en la punta el depredador y en las dos otras dos puntas el águila y el halcón “el navegante de Oruvu”. Pelean a muerte, a sangre y a pico punzante. Ganan la camorra, el águila y el halcón. Dos contra uno, dos fuerzas salvajes contra uno, inteligencia versus cacería, dos viejos amigos versus un contrincante sin duelo. Dos aves rapaz, ave de rapiña, y de tormento. Cuando le da un golpe mortal en el hocico y conviene mejor ahí, donde pierde toda alucinación y fuerza. El depredador se hace mísero, sin opulencias y con más debilidades. No resiste más, por la fuerza de los picos tan punzantes del ave rapaz. Y queda mal herido y cae al precipicio hasta hacer caer donde ellos mismos se guarecieron la vez pasada. Era como la fuerza de Dios contra el diablo, y era como la fuerza del sol contra la tempestad. Vá en busca de su cueva llamada “la cueva de Orufu”, cuando se percata que había pasado mucho tiempo. Las crías habían emigrado sin el acervo del halcón. Quedó para siempre solo y en soledad, y nunca conocieron el acervo del halcón, “el navegante de Oruvu”.