Días de lluvia,
esos días con ventanas apiladas en el rostro,
diminuto sonido de gotas siendo miles,
como un feroz animal oculto en el pecho.
Rostros y zapatos pasan tan anónimos como yo,
aves lejanas entran en mis ojos,
chocan contra los muros de la lengua
y el ruido estremece el silencio.
En la noche, leemos apuntes
de todos los miedos acumulados,
así, conocemos el terror que sienten las
las hojas cuando están a la merced del viento.
Después del vértigo, en la
apretada oscuridad se mezclan las edades,
será tan grande el sol cuando salga,
pero más grande será mi alma al verlo