Ya no me importa donde pueda
terminar la zanja, sea que se
esgrima en mi levedad, la levedad
del olvido en que me he convertido.
Triturenme, Oh!! agonía prolifaria,
dejenme en el ataúd, y ocultenme de
las llamas del pueblo.
Ya no me importa la lejanía del sublime,
el cuerpo blasfemado de los santos,
la risa puritana de las vírgenes, regresen
a su oficio madres del poste, no ahuyente a los hombre
de razonamiento impío, bomitense en los
libros y rastreen su olor, mujeres de gran
armadura, no las llamo para que sucumban,
pero por favor, floten invaluables en la levedad
del orgasmo que podría ser un poema.