“ (…) nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos”
Jaime Sabines.
Nonato sentimiento
sin espacios sin habla
preñado dentro de mí
como un hijo muerto
sin movimiento.
Me envenena la mañana
seca mis labios
-no tengo sed aún-
¡No tengo sed…!
Sólo antojo de perderme
en unos brazos
o en los prohibidos labios
que sangran en la noche.
Erial camino
del que estoy contrito
lo recorro dejo una huella
estigma indeleble para el hombre
(hombre que soy…
que he sido)
desde el fondo de mí
hasta mis labios.
No dejo inmemorial tristeza
no hay nada que dejar…
Todo he dejado.