Casta

LOS ARTISTAS TRAMAN ALGO.

Un puñado de muchachos que saben mirar a los ojos,
con versos en una mano y cantando desafinados
con el gesto cansado ante unos pocos que miran, 
como canta un pájaro en un semáforo en rojo.

Poetas sin sombrero ni editores,
cantantes de tabernas, doctores y vagabundos,
pintores de lienzo barato y pulgar manchado, 
directores y cuentacuentos, 
entre tanto ruido son la voz bajita del mundo.

Estudiantes del pensamiento,
románticos, religiosos y fatalistas,
ateos y hedonistas,
mentirosos soñadores,
revolucionarios y pacifistas,
de sesos sensibles y corazón duro.

Locos, universitarios y ciudadanos de calle,
poetas que sueñan con ser poema,
cantantes que sueñan con ser canción,
escritores que sueñan con ser renglón,
pintores… que sueña en braille. 

La catarsis delirante,
la sonrisa delante,
solos y marginados,
rotos y reparados
se ven caminar por Cervantes
aparcan en los parques 
con acento de montaña
con el viento en las pestañas
y la primavera en cada tarde.

Saben dejar el vértigo en los labios,
se cuelan en letras sin permiso,
en el piso y las aceras,
tertulias, necios y caderas,
el sol a medias, la mirada seria, el verbo preciso.

No sé en qué consiste su revolución,
pero sí, que son capaces de hacer nudo
y desnudar con lo real de su carne, con lo sutil de sus versos.

Puede que los hayan visto alguna vez gritar,
silentes y mal sentados,
en un cuarto mal pintado o en la barra de un bar,
saben rimar sonrisa y tempestad,
son Abril y mar,
son bolero y trova,
un arco-iris con los colores por dentro.

Y salen descalzos, despeinados,
con la piel no más,
a salvar la patria, a sonrojar muchachas,
a cantar porque cantar es atreverse,
a hacer historia,
a dejar legado,
Flacos, despreocupados,  que saben mirar a los ojos,
Poetas sin sombrero ni editores,
cantantes de tabernas, doctores y vagabundos,
pintores de lienzo barato y pulgar manchado, 
directores y cuentacuentos, 
los locos, los soñadores, la voz bajita del mundo.