Como la primera llovizna de abril,
ha nacida hoy el alba en tu rostro,
ha pintado de grises tu cabello
y tus ojos… y tus manos de marfil.
Que han formado un juego hermoso,
junto a la sonrisa que nace de ti,
es de un bello nácar esplendoroso,
manto de rosa que me envuelve a mí.
No me es posible, lo sé; con ninguna
competir, ni tus manos, ni la luna,
ni tus ojos, ni tu hermoso perfil,
que vislumbra en la noche tierno candil.
Más si quieres la llovizna puedo ser,
y cautivar de ti, tus lindos labios,
bellos capullos del tierno amanecer,
que a luna han robado sus reflejos.
La tarde no precipita miradas,
sólo el viento, sobre ramas galopa,
y quebradas tus pestañas se topa,
con la lluvia del beso que desatas.