Lagartos y arpías, disfrazados de fiscales y jueces,
sentados en sus sillas de cuero animal,
con joyas ostentosas y sonrisas hipócritas,
procurando ocultar su maldad.
Inocentes sentenciados, con ansias de justicia, con ansias de verdad
lágrimas ruedan al oír injurias,
calumnias absurdas, sin un argumento real
pero, cuando consigas, ¡oh, ingenuo! de las garras escapar
el sonido celestial de las arpas sonará.
¿Cómo pueden comer?
¿Cómo pueden dormir?
Conciencias sucias, impuras
desintegrando familias, causando dolor
y para ellas, una sola esperanza, Dios
Yo creo en ti, país pujante,
creo en los muchos que lucharon por tu libertad
oprimida por las almas rebosantes de crueldad,
creo en los que tienen sed de honestidad
pero aborrezco tanto a los que se venden por el vil metal.
Bolsillos llenos de verde papel, bocas colmadas de prohibitivos vinos,
subastan su moral por aquel que de más,
poseedores del poder en una firma,
apreciando en primera fila el festival de cabezas al soltar la guillotina
Es esta la falsa justicia que ofrecen muchos,
es esta la repugnante realidad.
Pocos son los que bregan por la ley verdadera,
pero allá en lo alto hay alguien observando
y en la tierra simples mortales como yo, manifestando su indignación
Lola Glez