Un día cantando estaba
la joven con su guitarra
como la bella cigarra
siempre cantaba, cantaba.
Toda la gente pensaba
que se sentía dichosa,
cantaba la caprichosa
al amor que no tenía
y su cantar no podía
consolar a la preciosa.
Transcurren los días, ¡cuántos!
horas, minutos, segundos,
pareciera que a otros mundos
la niña va con sus cantos
y nadie oye sus encantos.
De pronto escuchó una lira
era un doncel que la mira
y le dice con sus versos,
¡niña!, yo te doy mil besos
porque mi alma te admira.
La hermosa con embeleso
se llenó de alegría
y al ver que le sonreía
peinó su cabello espeso.
Aquél muchacho travieso
robó un beso a la doncella,
se ruboriza la bella
y de amor ya es prisionera,
beso que por vez primera
un grande cariño sella.