Raiza N. Jiménez E.

Profecía.-

 

 

¿Qué me anima, qué anima a esta alma insomne?

Mi alma, es arcano que no logro divisar en las hojas.

Mi angustia he pintado cuando la vigilia me atrapa.

He rasgado el cuaderno para no leer mi testimonio;

lúgubre episodio, que germinó, en el dolor y el caos.

 

Cómo quisiera escribir crónicas que narren la vida;

dejar en los caminos los restos de halagos, que han

fortalecido mi existencia, en los momentos  felices.

Ay, como desearía inventarme una historia festiva,

una novela de romances y  de mecenas que rescatan.

 

Soy como una flor que ha reinado en el amanecer y

que el rocío de las mañanas revive, para engalanar

de mil colores y, exóticas fragancias, los lindos patios.

Soy un jardín de violetas, amapolas, lirios, claveles y

rosas, hasta que, la hora de la calma, den cita al alba.

 

Vengo volando del ocaso, quiero chocar con la suerte,

A ver si, así, despierto del eterno sueño que me arrasa.

Es poco lo que logro recordar de aquello lindo que fui.

Me niego a vocear esos rezos que, según, me salvarán.

Nunca me sentí tentada y, hoy, en esta partida, menos.

 

Soy como esas almas que en su penuria,  deambulan

deshojando las margaritas del sí y del no me amas…

Vago inquieta, como barco a la deriva, sin rumbo fijo.

No obstante, segura estoy de mi destino,  y, ahora, sé

que: mi pasado, mi presente y mi futuro están escritos.

 

Soy creyente y me he inventado mi mundo de posibles.

Desnudo al alma, más que al cuerpo, para poder verme.

Si mi alma ha de morir, y, no lo creo, es mejor ropa ligera.

De mi cuerpo no hay queja, ruge como tigre, ante el acoso.

Acepto con respeto, la profecía de los hados y, en ella, creo.

 

¡Soy alma vieja en cuerpo frágil; ungida fui por los dioses

con un legado de amor y suerte, hasta que llame la muerte!

 

Raiza N. Jiménez/ 4/03/2017