Pensar al amanecer;
es nacer en los pájaros,
crecer entre la hierba y el rocío,
es atrapar el día entre luz prominente
y nuevas garras.
Pensar al caer la tarde;
es querer detener el mundo en la mente
desdibujando el crepúsculo dorado,
esconderlo en el bolsillo
para dejarlo ser él algún día.
Divagar por las noches;
es querer abrigar el mundo en la tregua
para borrarle su antiguo desvelo.
Pensar que se vive;
es quizá vivir sin pensar,
es dejar que la vida
se pueda emplazar ella sola
el tiempo que quiera.