El real sabor metal en boca, el rojo letal del habla o el blanco mortal del ojo sin mirada.
La tierra yerma en piel, el viento ciego y la ceniza del amor sin tiempo; el cielo cubierto se clava.
Una parsimonia desgarra en las entrañas el recuerdo húmedo de un color; el sudor cromado peladea caminos de carro con la edad.
Estar ilusiona, sentir ser paradoja, arrojar el ente al presente absorto, ser todo escaso a cada infinito en que tropieza la identidad al tomar conciencia.
No ser nada de lo que nos crea y poder regir su aspecto.
La muerte ríe y florece en la matriz transparente de una uva.