A mi ya me explicaron cómo ir al cielo,
pero nadie me dijo el cielo cómo es.
A averiguarlo puse todo mi celo,
y decidí preguntar a quien es el que Es.
Aunque confieso que yo no soy creyente,
para saber sobre el cielo de una vez,
pedí a Dios fuera conmigo anuente,
me dijera el cielo qué es y cómo es.
Apelé a su misericordia divina;
pedí me concediera un poco de cielo,
corriendo respecto al cielo la cortina,
despejando mi enigma apartando el velo.
Y Dios me escucho y atendió mi ruego;
concedióme gustoso lo que le pedí,
y en su omnipotencia y de luego a luego,
me mandó un poco de cielo, me mandó a ti.
. . .