Las estanterías del hambre buscan personas que no entiendan las palabras.
Y para los que la noche y el día en la tierra sean la misma cosa.
Hay escarcha en los órganos transparentes de los compradores que caminan por los andenes de los pasillos de las estructuras de los supermercados. Están perdidos en su función, acomodarse a un oscuro velo comercial.
Solo una ligera psicosis del comprador a la hora de hablar con la cajera alienada da esperanzas de la unión de ambas criaturas con la vida en el plantea al que pertenecen.
Angelillo Uixó.