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Mi voz, campanario insistente en tu piel.
Súbito acaecido contra tus poros,
fecundidad con tambores sucedáneos
en el polvo adormecido de tu ardor.
Pronunciamiento, semilla incoherente,
en la abundante nube promisoria
para el vicio iracundo de tus valles,
tus vacíos, tus poros ardientes
al borde de los incendios.
Soy esa lluvia desgranada
en el relieve sediento de tu regazo;
seducción galopante contra el fuego
que te amenaza.
Mas eres mi destino:
siento la alarma positiva de tu piel
en cada gota derribada desde mi nube;
y haces de mi voz callado río
en la entraña colmada,
satisfecha…