Amo el sonar cauteloso de la madrugada
a las tres diecinueve, ni más, ni menos.
Amo poder escuchar el tic tac
de las manecillas fúnebres sabatinas.
A las tres de la mañana me parece
percibir la dulzura de tus sueños.
A las tres de la mañana languidecen
las desafortunadas ansias de no verte.
Amo los susurros de los grillos
y la nocturna fiebre taciturna.
Amo que escuchar se pueda
hasta el rozar sutil, sábana y pierna.
Amo que el disuadir a mis fantasmas
se vuelva premio en la furtiva espera.
Amo tocar, cercana, la esperanza
de saludarte al día siguiente con un beso.
Amo tener la dicha de soñar despierto
obnubilado al soplo del zancudo.
Amo que tu recuerdo me sorprenda
aunque me vuelva brisa entre tu imagen.
Amo no ser quien canta o quien escribe
ni ser canción, ni verso, ni palabra.
Amo que no me extrañes mientras duermes
porque seguro estoy que al sol me amas.
Amo ser el ladrón que a las estrellas
agazapado roba los destellos.
Amo trepar al centro del suspiro
que se te escapa en medio de la siesta.
Amo el callar de pájaros y ardillas
y de palomas, perros y de gatos.
Amo que al dar las tres no puedas verme
porque soñando, anhelo estés y sea conmigo.
- Noel Salinas