Izandro

El Secreto de tu Nombre

 

Es otoño en pleno abril,

Y el color del cielo, ya no azula sus mañanas,

La ventana ya dormita de insistir,

Reclamándole al viajero, por aquel que ya no pasa;

Su nombre es un secreto, entre sábanas y almohadas,

Y es que nadie lo ha escuchado en su gemir,

Mientras su dulce paladar tampoco habla,

El aroma de sus flores, ya no embriaga,

Y Los luceros de sus ojos ya no brillan,

Y la almendra de su tono es más clara,

Y las olas tan crispadas de su pelo,

Se allanan como mar sin Luna clara.

 

El tiempo se ha vertido en una taza,

Donde sirve un poco de ron ya sin melaza,

Y es que el sabor del tiempo se ha perdido,

Y ella mira su reloj que está herido;

Quisiera detenerte en el espacio,

Para bañar tu piel de un solo dueño,

Más la forma de verte entre los sueños,

Ha dibujado tu silueta sin consuelo.

 

El secreto de tu nombre se disfraza,

Y me engaña entre palabras y otros dueños,

Y es que tu piel dejo de ser tuya o mía,

Cuando hay marchantes que deshojan sin Amor, tus alhelíes.

 

El jardín de tu cuerpo casi duerme,

Esperando por la lluvia y las semillas,

Más la tierra en que sembraste tus jazmines,

Se marchado y ha dejado solo piedras.

 

En tu cama sólo duermen tu silueta,

Y la marca ya perdida de visitas,

Y te pierdes en abrazos que no diste,

Y los besos que de extraños recogieras.

 

El Amar en tu vida fue un oficio,

Y el placer y las caricias un acuerdo,

Pero el beso que guardaste en tus silencios,

Se murió para siempre en el pañuelo;

Fuiste sol de mañanita abrigada,

Y luz de Luna apetecida en noche clara,

Fuiste Amor de pasajeros y aventuras,

Y amante infiel a la mujer que tú buscabas.

 

Sembraré una flor con color de Rosa y perfume de una Dalia,

Y hurgaré entre la tierra para en cariño abonarla,

Pretendiendo así sembrar como tú eras,

Y recordarte para siempre en mis mañanas;

Fuiste amante, amiga fiel y quizás voz apagada,

Fuiste hoja siempre blanca, donde escribía mis andanzas,

Fuiste Amor y mucho placer, con tu piel de rosa blanca,

Y escondiste en tus secretos,

Aquel Beso a flor de piel,

Por aquél que tú esperabas,

Por aquel que se marchara.

 

El secreto de tu nombre,

Y el beso que guardaras,

El vacío en tu cama,

Y la flor que deshojaran,

El oficio de tu Amor,

Y unas monedas en tu cama,

Pero aún así yo te recuerdo,

Como la mujer, que dulcemente yo amaba.