Te veré desde el aire
acaso, rozando amoroso
tus mejillas… me gustaría,
pero amor, yo no lo creo.
Me sentiré con etéreo
orgullo de mi hija la vida
adulta al contemplar…
¡Yo lo pido! Más no creo.
Me reuniré con los seres
que partieron yo niño: tíos,
abuelos y aquel primo. Anhelo
su bienvenida, pero no será.
Me iré a recorrer regiones
remotas con su gente
que ver aún vivo anhelé.
Yo lo quiero, más no espero.
¿Y veré al fín a Dumas, Jara,
A Hipatia, Guevara y Allende?
No, sé que a tales personajes
Por realidad no conoceré…
¿Y del porvenir el mundo,
me será al fin revelado
el progreso de la ciencia,
habrá justicia social y paz?
¿Y las grandes preguntas
misterios de la vida? ¿Quién
nos creó? ¿A qué venimos?
y ¿Qué se depara? No hay más.
Afronto saber que todo acaba;
¡Valor! No hay más que valor
en potencia y toda respuesta
o se aventura aquí… o jamás.
¿En qué se fue mi tiempo?
¿Y quién ha de juzgarme?
Sin culpas y dichoso parto,
dejando este poema sin alma.